
Una forma representa, la otra revela
Nuestro logotipo es la semilla. El mural, el jardín.
Ambos nacen del mismo corazón, pero uno sintetiza y el otro celebra.
Este mural es un rezo que respira
Un corazón encendido,
raíces que recuerdan,
símbolos que cantan desde el tiempo profundo.
Aquí, cada elemento vibra.
Cada forma es un eco de lo sagrado.
Cada trazo, una ofrenda.
Te damos la bienvenida al centro del círculo,
donde la tierra, el fuego, el agua, el viento
y las memorias estelares
se unen para guiarte.
Contempla con alma abierta.
Lo que veas también te está mirando.
El Logotipo y el Mural: Dos formas de una misma verdad
En el corazón de toda creación vive un símbolo. En nuestro caso, el logotipo es esa forma esencial: un corazón con raíces que honra lo que somos. Es el sello que nos representa, el trazo que sostiene la comunicación práctica y el puente visible que nos conecta con el mundo exterior.
Su forma es más simple, pero no por ello menos sagrada. Está diseñado para permanecer, para recordarnos que lo más profundo nace de lo más íntimo. El corazón como centro vital. Las raíces como la herencia viva que nos sostiene. Su función es clara: identificar, convocar, representar.
Pero el mural es otra cosa.
El mural es una ofrenda. Una danza visual que integra cada uno de los elementos que nos habitan:
el colibrí que comunica entre mundos, la luna creciente que acompaña los inicios, el fuego que transforma, las cigarras que despiertan la voz ancestral, el círculo que incluye a todas las almas, el espiral del tiempo sagrado, las manos, los tejidos, las estrellas, las plantas, el agua…
Cada uno de estos símbolos es una palabra en el lenguaje de lo invisible.
Cada uno nos recuerda una parte de nuestra historia espiritual como humanidad.
El mural no busca representar, sino evocar. No busca resumir, sino expandir. Es un altar gráfico donde cada trazo es rezo y cada forma, memoria.
Por eso son distintos.
Porque uno es raíz, el otro es flor.
Uno abraza lo esencial, el otro lo manifiesta.
Ambos son necesarios.
El logotipo sostiene.
El mural revela.
Y entre ambos, tejemos la imagen viva de esta Alianza.

Las símbolos que nos hablan
Cada símbolo en este mural es más que un dibujo:
es un latido, una enseñanza, una semilla de memoria viva.
Fueron elegidos con cuidado, trazados como rezos,
y colocados como ofrendas para contar quiénes somos
y desde dónde tejemos esta Alianza.
Aquí los presentamos uno a uno,
para que puedas sentir su mensaje,
reconocer su reflejo en ti,
y recordar que la sabiduría ancestral también habla con formas.
Lo que está sembrado detrás de cada símbolo
Esperamos que nuestro mural se haya relevado anté tí, como sólo tú podrías recibirlo. Cada símbolo es una puerta que se abre hacia un principio, una memoria o un rezo compartido.
En esta página recorrimos los elementos visibles de esta imagen viva. Pero lo que la nutre, lo que la hace florecer, no está solo en lo que se ve, sino en lo que la sostiene desde adentro.
Cada raíz tiene un origen.
Cada fuego tiene una chispa.
Cada río tiene una fuente.
Por eso, si deseas conocer desde dónde nació esta visión, cuál es su propósito profundo, sus principios y su corazón ético, te invitamos a pasar a la siguiente página:
donde compartimos fragmentos vivos del documento fundacional de esta Alianza.
Allí no verás imágenes,
pero sí encontrarás las palabras sembradas que dieron vida a cada trazo.
¿QUIERES SABER DE DONDE SALE TODO ESTO?
Descubre las raíces vivas de esta visión colectiva