La Pérdida del Centro

La pérdida del centro: una tendencia, no una regla

Una tendencia, no una regla

Sería un error tan grande negar el valor de la tecnología como lo sería afirmar que todo pasado fue mejor. No estamos en la busqueda de idealizar una época ni rechazar los avances de la era digital.

El problema no es la herramienta, sino cómo está desplazando prácticas esenciales para el alma humana: la escucha profunda, el intercambio intergeneracional, el respeto por la experiencia.

En muchos lugares del mundo, sí se observa una creciente desconexión entre generaciones. Pero también existen semillas de resistencia luminosa: comunidades, proyectos y culturas que siguen sosteniendo el vínculo con las personas mayores como eje de vida.

ACCIONES DE RECONEXIÓN

Ejemplos que inspiran

En Japón

Existen los “salones del recuerdo” donde ancianos y jóvenes intercambian historias como parte de programas escolares.

En México

Comunidades rurales aún se reúnen en torno al fuego o en el patio común para compartir consejos, canciones y recetas.

En Colombia

El programa “Abuelos Cuenta Cuentos” lleva a personas mayores a las escuelas para transmitir valores, historias y afecto.

En África

En algunos pueblos africanos, la figura del anciano o la anciana sigue siendo autoridad espiritual y social, y su rol se transmite con orgullo.

Estas realidades coexisten con la desconexión. Por eso es importante aclarar: lo que describimos es una tendencia global, no una regla inflexible ni irreversible. Hay millones de personas —de todas las edades— que siguen buscando con el corazón, que entienden que el conocimiento no se limita a lo inmediato, y que la experiencia acumulada es un tesoro, no un estorbo. Muchas de ellas están creando nuevos espacios donde la memoria no se borra, sino que se comparte.

Recuperar el equilibrio


Ir a los extremos nos desequilibra. Ni vivir en la nostalgia del pasado, ni rendirse a una modernidad sin raíz. El centro está en la integración consciente.

Usar la tecnología como puente, no como reemplazo.

Agradecer el acceso a la información sin olvidar a quienes la vivieron.

Preguntarnos más seguido: “¿A quién puedo escuchar que ya haya caminado por aquí?”

Porque si bien es cierto que estamos perdiendo parte de ese centro —el que une pasado, presente y futuro—, también es cierto que podemos reconstruirlo. No todo está perdido. Todavía estamos a tiempo de volver a mirar hacia los mayores como faros encendidos en medio del ruido.

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