
Estas realidades coexisten con la desconexión. Por eso es importante aclarar: lo que describimos es una tendencia global, no una regla inflexible ni irreversible. Hay millones de personas —de todas las edades— que siguen buscando con el corazón, que entienden que el conocimiento no se limita a lo inmediato, y que la experiencia acumulada es un tesoro, no un estorbo. Muchas de ellas están creando nuevos espacios donde la memoria no se borra, sino que se comparte.