Vivir con propósito: sentir que la vida no es un accidente, sino un viaje con sentido, con aprendizajes que se revelan en lo pequeño y en lo inmenso.

Honrar lo sagrado en lo simple: mirar un árbol, escuchar a un niño, encender una vela, agradecer al agua… y reconocer ahí la presencia de lo divino.

Lo espiritual no se limita

No es religión, aunque la religión puede ser un camino.

No es misticismo vacío, aunque lo misterioso acompaña.

No es “ser bueno” para cumplir reglas, sino estar en coherencia con el alma y con los valores que encienden la vida.

Signos de lo espiritual en una persona

Tiene capacidad de asombro: se detiene ante lo bello y lo reconoce.
Cultiva silencio interior: se escucha, se observa, se permite aprender del dolor y de la alegría.

Vive con responsabilidad invisible: sabe que sus actos repercuten más allá de lo inmediato.

Busca equilibrio entre materia y espíritu: trabaja, ama, crea, pero también ora, agradece, invoca, recuerda.

Ser espiritual es…

Caminar sabiendo que somos más que cuerpo y pensamientos, que somos memoria y fuego, que somos herencia y semilla.

Es aprender a escuchar la voz que no tiene palabras, y dejar que guíe los pasos en este mundo.